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Andrew Fletcher: El Latido Constante en la Maquinaria de Depeche Mode
Por Alejandro Bolaños
Publicado en 05/26/2025 16:09
Crónicas
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El 26 de mayo de 2022, el mundo de la música electrónica y el rock alternativo se vistió de luto. A los 60 años, Andrew John Leonard Fletcher, conocido cariñosamente como "Fletch", el tecladista y miembro fundador de Depeche Mode, partió de este plano, dejando un vacío que, aunque quizá no evidente en los escenarios, era innegable en la esencia de una de las bandas más influyentes de las últimas cuatro décadas.

Fletcher no era el carismático frontman como Dave Gahan, ni el genio compositivo detrás de la mayoría de los éxitos como Martin Gore. Tampoco poseía el halo misterioso y experimental de Vince Clarke o Alan Wilder, quienes tuvieron pasos fugaces, pero significativos, por la banda. Fletch era otra cosa. Era la brújula, el pegamento, el ancla. El "hombre que estaba allí", como a menudo se refería a sí mismo, con una humildad que desarmaba.

Nacido en Nottingham en 1961, Fletcher creció en Basildon, Essex, donde su camino se cruzó con el de Martin Gore, Vince Clarke y Dave Gahan. De esos encuentros en la adolescencia, en un hervidero de creatividad post-punk y sintetizadores incipientes, nació Depeche Mode. Mientras Clarke ponía las bases del sonido electrónico, Gore comenzaba a perfilar su maestría lírica y Gahan se convertía en el imán escénico, Fletch asumió un rol menos glamuroso, pero igualmente vital.

Su papel en Depeche Mode trascendía las teclas. Aunque era el tecladista, su contribución musical, a menudo, radicaba en los arreglos sutiles, en la base rítmica o melódica que permitía a los demás brillar. Pero más allá de lo musical, Fletch era el "hombre de negocios", el portavoz no oficial, el mediador en las tensiones internas y, en muchas ocasiones, el organizador de las giras. Era la figura pragmática que mantenía la banda en marcha, gestionando las complejidades y el día a día de una entidad que se convirtió en un gigante global.

"Fletch era el pegamento de la banda", dijo Martin Gore en una ocasión. "Era el tipo que lo unía todo." Esta afirmación encapsula perfectamente su esencia. Era el confidente, el amigo, el que podía distender el ambiente con una broma o una perspectiva sensata. Su presencia en el escenario, a menudo discreta, con su característica pose detrás del teclado, era un recordatorio constante de la estabilidad que representaba para la banda. No buscaba los focos, pero su figura era inseparable de la imagen de Depeche Mode.

A lo largo de más de 40 años, Fletcher fue testigo y participante de la evolución de Depeche Mode, desde sus inicios synth-pop hasta su consolidación como íconos del rock electrónico, vendiendo millones de discos y llenando estadios en todo el mundo. Superaron adicciones, tensiones y la partida de miembros clave, y Fletch siempre estuvo ahí, una constante inquebrantable.

Su fallecimiento fue un golpe devastador para sus compañeros y para la legión de fans de Depeche Mode. Un recordatorio de que, incluso en las bandas más grandes, los héroes a menudo no son los que cantan o componen las letras más emotivas, sino aquellos que, con su discreción y dedicación, mantienen el motor en marcha. Andrew Fletcher, el "Fletch", fue ese latido constante, el pilar invisible pero insustituible que permitió a Depeche Mode seguir emocionando al mundo con su música, una maquinaria compleja que él, con su presencia, ayudó a lubricar. Su legado no reside solo en las notas que tocó, sino en la cohesión y la longevidad de una banda que sin él, simplemente, no habría sido la misma.

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